sábado, 12 de marzo de 2016

先生

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先生 (sensei) es el término para referirse al maestro en japonés, además de ser una forma honorífica.

Está compuesto por dos caracteres, que son (sen) que significa primero, anterior, antes, prioritario y (sei) que tiene asociaciones a lo vital, lo escencial, a la vida, la frescura.

Juntando estos dos kanjis, obtenemos que la suma de "lo primero" + "escencia" = "Primer escencia".

Entonces tenemos que una definición japonesa de maestro es una primera escencia, una enseñanza vital. No sólo es alguien que enseña, sino alguien que tiene una escencia, una - validando el pleonasmo - una escencia escencial. De gran importancia.

Ésta escencia, la encontramos en palabras como en el verbo nacer (生まれる [umareru]) y vivir (生きる [ikiru]). Y en vida o actividad (生活 [seikatsu]), que si analizamos, encontramos, que seikatsu está compuesto por las palabra escencia, vida, más  el agregado (katsu), que es movimiento, actividad. Por lo tanto seikatsu vendría proyectando imágenes mentales asociadas al trabajo, al desplazamiento, el movimiento de la escencia, ideas de que la escencia de la vida es el movimiento.

Y por supuesto, encontramos esa misma escencia en el complemento del maestro: el alumno ( [seito]), que tiene el añadido (
[to]) que es discípulo, aprendiz. Así, el alumno o el discípulo viene siendo una imagen literal de una "escencia que aprende".

Lo mismo que con "estudiante" (学生 [gakusei]), formado por (がく
[gaku]) que es conocimiento, aprendizaje, ciencia, estudio, sabiduría y (sei) escencia. Resultando esto en que, ser estudiante es básicamente ser "aprendizaje en escencia".

¿Vemos ahora la profundidad de la palabra Maestro?  Es más que una profesión o una persona que posee conocimientos y sabiduría y los transmite. Maestro resumido en una palabra es escencia.

またね!

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martes, 23 de febrero de 2016

♥ Existir, entender y amar en japonés ♥

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Una de las muchas cosas de las que llegamos a conversar en Casa Kasa en esos ratos de relajación en el patio, entre ensayos musicales, fue sobre los significados de los ideogramas, de los kanjis.

Fueron varias cuestiones que tratamos, y entre ellas, salió el tema del amor.

He aquí algunas productivas asociaciones:

- El verbo している (shiteiru) significa existir.

- La afirmación "entiendo", "comprendo" se dice:
知ってる  (shitteru)

Aunque ambas se pronuncian casi igual. En ambos casos, la i no se pronuncia, sonando como "shteru"

Lo bonito sucede a continuación:

- Te amo se dice 愛してる (áishiteru), que también se escucha casi idéntico que a las otras expresiones arriba mencionadas. De hecho, se pronuncia "áshteru" (la i tampoco es pronunciada)

Ahora, cuando se dice, "comprendo" se antepone un "ah" de "ah, sí, entiendo". Sonando así "ah shteru"

Entonces, aunque estas tres cosas poseen raíces distintas, fonéticamente se escuchan casi-casi iguales, por no decir iguales. Y si son escritas en hiragana (como lo haría un niño
que apenas está aprendiendo el idioma), se escriben iguales.

Si hacemos una asociación de estas tres palabras, tenemos que guardan una bella relación entre sí.

Esto es: si existimos, entendemos, comprendemos. Si entendemos podemos amar. Existir trae consigo el descubrimiento del entendimiento, y de lo más bello: el amor.

A la vez, que el amor trae la comprensión, el entendimiento de lo que se trata existir: el amor y el amar.

Bonitas "coincidencias", ¿ah? =D

Hasta otra, ¡またね!

=D
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sábado, 13 de febrero de 2016

"•́‿•̀"

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" Viajar es estupendo. Los encuentros y las despedidas amplían tus horizontes.
Y con tus destrezas, puedes viajar a donde quieras. 
Sal ahí afuera y haz tantos amigos como puedas "


 -  Marco. Profesor de esgrima de Paracelso
[ Dragon Quest IX:Centinelas del firmamento ] 
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miércoles, 20 de enero de 2016

Los Hippies del camino. Esos libres y eternos incomprendidos

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Cuando uno se marcha, a conocer el mundo, es algo común encontrarse en algunos destinos "mágicos", entre todo el genterío de nativos y turistas, a esos peculiares seres que pareciera que viven la vida a la Hakuna-Matata-Happy-go-lucky.

Y en seguida, casi siempre saltan los prejucios, sin bien no pronunciados al menos pensados. Se tiende a pensar que estas personas están desprovistas de obligaciones, ética, moral, visión, propósito.  Se les asocia a perdedores y perdición, a drogadicción diaria (o cuando menos fumada y peyoteada), a parias sin función alguna que el de parasitar y pariasitar el mundo.

Algunos otros, los pueden mirar con cierta envidia "Ah, que buena onda, no hacen nada en todo el día, yo quisiera estar así".
Se mira con recelo su "libertad", y por lo mismo, la gente que no es libre, que está atada a sus rígidas, lineales, cuadradas formas de pensar, los miran como si estubieran desconectados de "la realidad", viviendo en su mundo aparte...

Pero...

¿En verdad los hippies viven en un mundo aparte, en una realidad aparte? ¿Que esto no lo hace esto todo el mundo? Vivir en el propio mundo. Proyectar sus pensamientos, sus percepciones hacia afuera, hacia los demás. Siendo el núcleo, superficie, y habitante de sus solitarios mundos.

¿Qué no busca la gente el contacto con todos, pero se auto-inhibe, se rechaza a si misma, se reprime para salvaguardar las apariencias positivas, socialmente aceptadas que buscan proyectar de si mismos sobre los otros?

¿Acaso no anhela cualquier persona, poder conectarse con facilidad con los pensamientos, las emociones, las vibras de sus semejantes, con la facilidad con la que lo hacen algunos de estos hippies?

¿No buscan las personas el cariño, la fraternal unión de desconocidos que fácil y rápidamente se vuelven entrañables conocidos, la hermandad. El amor?

Sí, sí, buscan todo esto. Pero se niegan a si mismos el vivir la experiencia, por temor a los entrecejos fruncidos, el rechazo de sus círculos sociales, familiares, el silencio del enfado, la pérdida de las "amistades", Por temor a "perderse en el viaje". En este peculiar viaje de conocimiento, autoconocimiento y reconocimiento que representa entrar en el camión volador que atraviesa arcoiris ondeando las bandera del amor y la paz, que algunos aosciaran con el extravío en un mundo de total fantasía psicodélica LSDiana, y otros con la aventura, la felicidad,  la juerga, los días de ayuno, de recitación, las tardes de meditación, conversación y contemplación, y las noches de música y danza. Y de amor.  De mucho amor.



En mi experiencia en la convivencia con hippies*, sólo puedo decir que en verdad me ha ayudado mucho en los aspectos más profundos de mi vida. Me han ayudado a comprender tantas cosas.

Y he aquí una breve lista, un top-10 de las cosas que he aprendido en las andanzas entre hippies*:

(*Nota: Me refiero a los verdaderos hippies. Que viven el presente, que en verdad sientes y demuestran que hacen labores altruistas para  armonizar la psique de los seres que les rodean. No de los pseudo-hippies o wanna-bes que andan al pendiente de los likes que generan subiendo sus selfies ataviados de pies a cabeza con prendas psicodélicas. Que no andan pregonando Amor y paz, con medio kilo de hierba vaporizada en sus pulmones.)
1.- Son seres humanos. Seres humanos que piensan, que sienten. Que tienen mucho potencial, y sobre todo una profunda sensibilidad, un modo de ver poético, romántico  y muy filosófico de ver la vida. La existencia.

2.- Como seres humanos que son. También han pasado y pasan por situaciones difíciles. No están exentos de las emociones que nos afligen a todos. Aunque algunos predican el amor libre y el desapego (no todos), los hippies también se enamoran. Calro que sí. Con igual o más intensidad que las personas promedio. Perdidamente. Y esto es porque realmente logran  lo que muchas otras personas no logran hasta en toda una vida con sus parejas y familias: Una verdadera conexión. Una unión de alma a alma. También hay apego. Lo mismo va con el dolor, también sienten dolor. Mucho dolor. Pero a diferencia de la gran mayoría, lo intentan afrontar con amor y aceptación, aprenden a vivir y a bendecir cada instante. Agradeciendo todo momento, si llega a haber separación.

3.- Algunos son muy saludables. Esto es, los que ya poner a andar la rueda de la trascendencia, que ya se involucran en serio en el camino espiritual: Están conscientes  de que sus cuerpos son el templo de Dios, sus almas la escencia y el Amor su religión. Por lo tanto cuidan su alimentación, sus pensamientos así como el de los demás. Desarrollan altruismo.

4.- Son compasivos. Para con todos los seres vivos, incluyendo a las plantas. Sobre todo las que ingieren en ceremonias o en "elevaciones", haha.

5.- Tienen Creatividad artística elevada. Que expresan mediante la composición musical y poética, del canto, la danza. La pintura, el dibujo, la filosofía, la teatrealidad terapéutica.

6.- Que estamos aquí en este mundo, en primera instancia para ser felices. En segundo lugar, para compartir esa felicidad, y en palabras búdicas: liberarnos del sufrimiento,
de la ignorancia. Y en tercer lugar, que al lograr la felicidad, logramos amar y ser amados.

7.- Que Dios existe, que realmente cuando dos personas que se aman de verdad se miran a los ojos, descubren a Dios en el ser amado, descubren que es Dios quien se mira a través de nuestros ojos. Y que no hay acto más maravilloso, más sublime, más divino, más anhelado que hacer el amor. Y que una vez que se experimenta esto, se deja de ver el sexo, la sexualidad, la desnudesz, la pasión, ya no con morbo, sino como expresiones poéticas, versos de el más bello poema: la existencia.

8.- Que se hippie no se trata sólo de drogas e ir por el mundo cantando sobre la paz y el amor. Que también trabajan. Y que, injustamente, sus oficios no son reconocidos por la masa social general como trabajos reales, a pesar de que contengan los más hermosos atributos artísticos. Como no tienen nómina, horarios fijos, salarios fijos, prestaciones y sobre todo, como no se amargan en un burbujeante hervidero de odio, stress, frustración y demás demáses negativos realizando sus labores, pues entonces no se les considera trabajo: aún y con que algunos ganen mucho más plata en un día que un trabajador del "Mundro triste, enfermo y amargado" gana en una semana entera o hasta en una quincena.
Y no: no todos los hippies basan su modus-vivendis en la venta de pulseritas psicodélicas o deleando hierba. Algunos hasta tienen empleos formales. Sin querellas entre sus modos de vida y sus ocupaciones laborales.

9.- Se conectan fácilmente con la naturaleza. Aprecian la vida. Igual pueden amar el canto de los cardenales y mirlos por las mañanas, como el pasar de las nubes,  el baño de las olas en el mar, como pueden amar la visión de una tarántula saltando sobre sus rostros o pueden lamentar la muerte de un pájarito o de una plantita, como si fuese la pérdida de un ser querido (valga la redundancia)

10.- Comprenden más que nadie sobre la permanente impermanencia. El estar conscientes de que todo es sólo un instante, un respirar, un parpadeo.  Y por lo tanto, todo tiempo que no pasemos amando y compartiendo, es tiempo perdido.

11.- Hay drogas muchisisímo más dañinas que la hierba o las plantas sagradas y que realmente generan adicción destructiva-autodestructuva, enajenizante: la televisión, las redes sociales, videojuegos, los pensamientos negativos, religiones, relaciones tóxicas, auto-erotismo, el alcohol, los tranquilizantes, información innecesaria.
En fin...

No obstante, al igual que como todo en la naturaleza, que por ejemplo, tiene sus plantas curativas, medicinales y que alimentan, también hay hippies oscuros. Hippies realmente perdidos en el viaje, insalvables, hippies perturbados-perturbadores, con la psique contaminada. Los hippies culeros, cabrones hijos de puta. Pero esos... son tema para otro post.

Mientras tanto, amor y paz, y hasta otra.
Shalom!
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¿Qué se necesita para viajar, así de mochilazo?

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Simplemente estar fastidiados, exhaustos del mundo a nuesto alrededor. De tener que lidiar todos los días con la terrible agonía de la monotonía, de convivir con mentes y corazones cerrados. De estar nadando en caos. De soportar incesantes comentarios mecánicos. Relaciones improductivas, tóxicas. Falta de sustancia en la vida.

Entonces simplemente empacas en tu mochila lo indispensable para hacer del viaje, una odisea digna de recordarse, bitacorizar, compartir, platicar: Unos cuantos cambios de ropa, casa de campaña, antisépticos, jabón, shampú (y shampús para los piojos, por si las dudas, elemental), cuadernito de anotaciones con su respectiva plumita o plumitas para anotaciones, electrolitos. Y ya.

El dinero no es tan indispensable. En el camino encuentras muchos trabajos temporales, gente que te brinda de todo corazón hospedaje, comida, bebida, conversaciones agradables e interesantes, diferentes.
Compañía, cariño, atención. Y hasta a veces dinero en efectivo para apoyarte en tu travesía. De verdad.

Rumbo a Oaxaca.

Irse de aventón, caminando, uniéndote a otros viajeros en la travesía, es bonito, ¡Es hermoso, carajo! Ves que realmente el mundo es bello, ¡bellísimo! y sus seres, paisajes, sus días, sus noches, son el Mundo de Verdad. Y no lo que muestran en los fatídicos noticieros y diarios que sólo reportan Sangre, muerte, violencia, decandecia y desesperanza para vender. Aquí te das cuenta que el mundo es realmente inmenso. Que siempre hay personas buenas. Y sobre todo, que hay otras almas decidiendo realizar el viaje de sus vidas: El viaje de la vida. Decidiendose a vivir.

Muchos otros buscarán excusas para seguir en el lodazal: el trabajo, pendientes, estudios, compromisos, falta de dinero, falta de algún algo. Y todo esto no es más que miedo. Sí, miedo. Miedo a la desconexión con su mundo de constante desconexión y evación, de complascencia. Miedo a descubrir, a enfrentarse a lo desconocido, miedo a morir, y sobre todo: miedo a vivir, a ser felices, a atreverse a quitarse esas ataduras. De dejar de lascerarse. Miedo a sanar. Miedo a enamorarse por ahí, miedo a encontrarse con el alma gemela. Miedo a encontrarse con seres con los que estubieron en otras vidas. Miedo a ser felices. Miedo a estar en paz. Miedo a cambiar. Miedo al miedo.



(Vista en Bahía Principal, Puerto Escondido, Oaxaca)

Muchos dirán que eso de viajar es evasión, que es huir de los problemas, de los compromisos, del deber. Que no es querer confrontar. Pero esos muchos que se niegan a partir hacia rumbos más allá de sus cuadras, sus ciudades, sus planetoides enanos mentales, que rechazan la idea de viajar, es porque están conformes con su conformismo, con sus rutinas, con sus limitaciones, con sus celdas mentales. Son gente que tiene bien definido qué y quiénes son desde su óptica de autómatas que sólo ejecutan sus programas de supervivencia, el cuál consiste en distraerse y distraerse hasta que llegue la muerte: tele, relaciones tóxicas, cine, alcoholización, libros, pasar el rato.

Pero viajar realmente expande las miras, te pone en contacto con la Realidad de donde parten y vuelven las demás realidades. Significa encontrarse con otros seres humanos, distintos ecosistemas, estilos de vida, diferentes modismos, idiomas, formas de pensar y de sentir. Significa reflexionar. Darse cuenta de que existimos, ¡Que estamos vivos!


Atardecer. El cielo púrpura en Zipolite. Oaxaca.

Significa compartir momentos junto a otros seres que también, todos, sin excepción alguna, tienen sus dificultades, pero que también tienen sus modos de afrontar la vida. Significa hacer nuevos amigos, construir relaciones. Valorar quienes somos. Pensar sobre nuestras relaciones. Cambiar de parecer. Atreverse a cambiar, a desmitificar esa idea estúpida de que creemos saber quienes somos, de pensar "Así soy yo", de desenmascarar todos nuestros yoes, o utilizarlos todos. Significa desarrollar nuestros potenciales. Atreverse a Ser y a hacer cosas que jamás nos hubieramos imaginado hacer. Conocer Grandes Maestros. Presenciar Eventos. Dejar de privarnos de placeres sagrados que son nuestros derechos de nacimiento.
 
Significa crecer. Darse cuenta que no somos números, papeles, sino seres humanos, mortales. Mortales, pero que logran su inmortalidad a través de la búsqueda y el encuentro
de propósito, de Amor, de sanación, trascendencia. Con sed de contacto, de conexión, con otros seres, con nuestro propio ser, con Dios. 

Significa percatarse de que hay luz al final del túnel. Que es cuestión
de querer, atreverse a atravesarlo.

En fin...

En justas resumidas cuentas, sólo se necesita eso: fastidio. Deseos de largarse cuanto antes. Imposibilidad de soportar un día más en la celda del infierno personal que siempre permanece abierta. Luego, y no menos importante: tener metas. O como le llamo, tener misiones y "micro-misiones"

Aún más resumido, se necesita querer, en dos palabras: Paz interior.

Hasta otra. 
Axé
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sábado, 16 de enero de 2016

Casa Kasa: El mejor Hostal de todo San Cristobal de las Casas

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¿Eres músico, pintor, poeta, artista visual, audiovisual, buscas inspiración, buena vibra, aumentar tu sabiduría, tu buenaondez, cheveréz, cooleza, tus habilidades lingüisticas, culinarias, o simplemente pasar unos días y noches, sintiendote más en casa que en tu propia casa, en familia? Entonces, indudablemente, innevitablemente, éste es el lugar. Tu lugar


Por lejos, el mejor hostal en el que he permanecido. Y aunque sólo haya sido por 4 días, la experiencia fue muy enriquecedora. Sobre todo en el plano espiritual.

Desde que llegué sentí la buena vibra. Quién me abrió fue Takeshi San, el dueño del hostal, quién además de ser un ser muy cálido, generoso, es un muy talentoso beatboxer con mucho sentido musical.

No pasó mucho tiempo para que, luego de instalarme, sintiera una calma que no había tenido desde aquél viaje a las playas de Mazunte. ¿Qué es exactamente lo que me hizo sentir así? Todo: la armonía de los demás huéspedes, que tenían una tremenda vibra positiva, tranquila, (no esa vibra exagerada influenciada por mensajes de superación personal de bolsillo que pululan purulentas en las redes sociales). La armonía del lugar. Pequeño, sencillo, pero lleno de paz, de amor.

Pero, ¿cómo llegué aquí?

Bien, para hacer la historia breve, a modo de súper-resumen, la cosa fue así: Ya tenía una semana en San Cristobal, trabajando/colaborando en labores de volntariado en otro hostal, y cierto día, mientras andaba de paseo por el centro junto a dos de las lindas chicas que también se hospedaban en aquél lugar, Yeava y Beck, de Lituania y Australia respectivamente... escuché a alguién cantando una rola muy bonita en japonés.

Al alzar la vista, vi lo que me pareció una visión fantástica, una señal. Se trataba del rostro del hombre más feliz del mundo: Un hippie japonés. Su sonrisa al cantar era auténtica, llena de luz. Todo su ser resplandecía, a la vez que se movía armonioso al ritmo de los rasgueos de su guitarra,  suave, despacio.

A sus pies, en la funda abierta de su guitarra habían muchas monedas que la gente - en un acto de alegría contagiada, retribuía a ésta noble alma con aportación económica, y él a su vez agradecía con una sonrisa aún más grande pronunciando "Arigato" o "Gracias". También le di una moneda de 10 pesos como agradecimiento por haberme alegrado el día.

Todo ese día, pensamientos sobre su felicidad desmedida venían a mi cabeza. Quería verlo otra vez, quería ser feliz como él. Y de paso, preguntarle si podría traducir algunos de los haikus que había estado escribiendo durante los últimos meses de viaje. Sería la última de mis "micro-misiones", pues ya faltaba poco para partir de aquella hermosa ciudad.

Así, al día siguiente me propuse encontrarlo otra vez. Pasé por la misma calle donde lo había visto, y pregunté a los dueños de los locales aledaños a donde lo había visto tocar y cantar el día anterior, pero me dijeron que no lo habían visto, y que no siempre se ponía en el mismo lugar. Misma historia con algunos otros caminantes a los que le preguntaba.

No desistí, pero tenía otras "micro-misiones" para cumplir ese día, además, tenía una cita con el emir de la comunidad musulmana de San Cristobal, de quién también me llevé muy buenas y gratas impresiones. Además de ser un Hombre recto, bueno, generoso.

Entonces, a la mañana siguiente, luego de retirarme del hostal en dónde estaba (Muy sana, sanísima desición, pues el ambiente ahí se estaba poniendo pesado, y de hecho todos los voluntarios y los huéspedes decidieron irse también el mismo día) en no muy "buenos "términos" decidí ir a buscarle. Pero ésta vez, ya con la mente más despejada, cambié la estrategia: preguntaría a turistas japoneses si habían visto a su connacional hippie.

Transcurrieron pocos minutos desde que terminé de beberme mi cafecito mañanaero, cuando vi a un esterotípico turista japonés (con cámara en mano tomando fotos a todas partes con poses de power ranger) y éste dijo que no lo había visto, más me dio la dirección de un café, el Café Sierra Madre, en dónde sirven también unos panecillos muy ricos, que era frecuentado por japonéses. Sobre todo en la planta alta por las noches, la cuál es un bar, también muy cool, donde van ahí a pasarla bien. Se me indicó que hablara con la dueña, quién era japonesa, Midori, creo era su nombre. 
(Y claro, no puede haber una bonita historia japonesa sin gatitos)

Al dar con el lugar, entré, pero no se encontraba la dueña, en su lugar estaba su esposo, quién me invitó un café y un delicioso pay de queso con fresas a la vez que, aprovechaba su momento de descanso para sentarse en mi mesa, para platicar acerca de la cultura chaiapaneca, mexicana y japonesa, sobre el idioma nipón, y sobre los japoneses que se encontraban ahí en San Cristobal, que según me decía, eran japoneses "marginales", desde el punto de vista de su sociedad, y hasta cierto punto, también de la nuestra. Pero ésta marginalidad no era otra cosa que "humanidad". Pues, una vez al conocerlos, sentí una tremenda calidez espiritual que me hacía sentir muy bien, en calma, y que ahora de recordarlos, me estremece.


Y ¿cómo se llega aquí?

El Don, me dijo que efectivamente había visto al Hippie japonés y me dio la dirección y las señas de cómo llegar, adviriténdome de que era medio (muy) laberíntico y nada céntrico.

Formalmente la dirección es ésta:

Casa Kasa
Cerrada Brasil 6B
Entre calle Brasil
y Río Barrio Mexicanos
CP. 29240

Luego de haberme extraviado durante dos emocionantes horas, y de preguntar, di con el lugar. Volviendo al flashback, una vez que hube tocado el timbre, abrió la puerta Takeshi San, quien me dio la bienvenida con toda la sencillez y alegría del mundo. Sentí en ese momento que nos saludamos, como si lo hubiese conocido de toda la vida, y vi algo en su mirar también. Una empatía instantánea. Reímos, pasé a la sala, y conversamos un poco. Fue como haber visto por fin a un hermano o un amigo al cuál no se veía desde la infancia.
 
(Detalle del decorado interior, en la parte superior antes de llegar 
a la cocina) 

Mi alegría aumentó cuando, vi al "hippie japonés" quien result[o llamarse Akyo, sentado con su guitarra junto a otros artistas japoneses y un altísimo rubio australiano llamado Álex (quién además dominaba con facilidad muchos instrumentos musicales, así como el español). Estaban conversando y ensayando. Nos presentamos todos, y fue aquí donde todo el dolor, la angustia, los pensamientos parásitos, todo lo malo, se desvaneció. 

Y mira tú, la súper-colección de mangas. ¡Súpa-sugoooi!

Me integré de inmediato al grupo para escucharlos tocar algo de fusiones de jazz con blues, folk y funk, con instrumentos que iban desde la clásica guitarra acústica, Didgeridoos,Sanchins, bongos, batuques, castañuelas japonesas,  y claro, las percusiones bucales del beatbox de Takeshi San.

Jammings, música, poesía, deliciosa comida y buenísima vibra

Takeshi San me invitó después de la sesión un café que olía a tierra del paraíso, platicamos un rato sobre muchas cosas: música japonesa y mexicana, videojuegos, Akira Toriyama, Animes, diferencias y similitudes culturales...
De paso le pregunté si sabía de alguien que pudiese traducir algunos de mis haikus al japonés, y me dijo que se los diera, que su novia, Kaoru, podía encargárse de ello. Y así fue, los tradujo con una entrega total de 3 días, en los que esforzó para que tuvieran una métrica perfecta de 5-7-5 sílabas, Aún y cuando algunos de mis textos no cumplían rigorosamente con dicha métrica. Al final me sentí obligado a pagar, obligadísimo, pues una labor tan ardua y de manera tan generosa, perfecta, no podía de ninguna manera ser gratuita. Y no me hubiese molestado para nada poder pagar cientos de pesos, pero no contaba tampoco tanto con un presupuesto muy alto.

Uno de los haikus que me tradujo fue éste:
 恋泪
今宵の海と
なりたけり
.................................
 
Ésta noche el mar
está hecho de las lágrimas
de todos los amantes

Como sea, durante el transcurso de los días siguientes, cuando volvía al hostal, me integraba a los jammings, tocando tambien guitarra, armónica, haciendo beatbox o improvisando ladridos. Las noches fueron todas muy bonitas, y todos aportaban algo, aún con su presencia.

Hubo una noche en especial, donde prepararon una fusión de comida japonesa y mexicana. Tardaron 3 horas en preparar todo, para que al final todos nos avalanzaramos como pirañas o auténticos personajes de ánime a devorar hasta los platos. Y, luego de terminar con la cena. Todos ayudamos a limpiar la cocina, para pasar al patio a una noche de jamming, con la luz del fuego de una estufa improvisada y bajo el de las estrellas, allá arriba.
(Aquí ayudando a preparar la cena a a Yohei y Nozomi)


 (Comenzando el atascón)
(Jugando el juego japonés llamado "Vamos...")
(Y comienza el jamming. La conexión de los corazones 
a través de la música)
 
(Akyo interpretando "Across the universe")
 
(Los comensales, conmovidos)

(Y ya entrando en el trance místico, al ritmo de los batuques,
bongos y el didgeridoo)

Durante las mañanas también, era reunirse en el patio, y hacer lo que fuese, como contemplar la lluvia, y hacer música, fiolosofar, hablar sobre la poesía de los caracteres japoneses, o sobre la poesía misma. Y aún si permaneciamos en silencio, tan sólo fumando, éste silencio era bello, para nada incómodo. Era un silencio tan bello que uno sabía romperlo hubiera sido una aberración inconcedible. Fue algo muy zen. Y éste silencio, al igual que la niebla de aquella mañana, se disipaba poco a poco. Entre Yohei (uno de los húespedes también muy cool), y uno de los hippies (el más veterano, y poeta además) y yo formamos dos en ese momento:

Entre la niebla
Un cuervo se acicala
sobre la antena


Y uno más, que no recuerdo como iba, pero que decía algo como "Niebla y silencio/en Casa Kasa/viendo la lluvia"
(De esas mañanas de lluvia...y música, de ensayar y ensayar,
 y hacer música. De conectar los corazones)

Para no sentirme tan parásito, le propuse a Takeshi San si podía ayudarle con algo en el hostal, ya que veía que él andaba de un lado para otro barriendo, trapeando, limpiando y así, pero me dijo que así estaba bien, que era para él todo un placer trabajar, haciendo lo que fuese, y que ese sentimiento era compartido por todos los japoneses.Que sentían amor por el trabajo, y que no era para nada una molestia. Pero que si quería podía encargarme de encender y apagar el boiler, ¡Haha!


(Aquí el Emisario de la Paz, Akyo, recibiendo la mañana con
una canción sobre la paz)

En fin, aprendí mucho de ellos, y mención honorífica, puedo decir que además nos enseñabamos mutuamente, mediante juegos didácticos de mesa, como con clases personalizadas ahí mismo. Japonés y español. Así como también me hice de alumnos, y en especial de uno muy-muy especial, que ponía atención, como un niño atento, concentradísimo en aprender y que además es un ser humano en toda la extensión de la palabra, un gran hombre y amigo: Tatsuya. 

(El Gran Tatsuya, estudiando duro durante las lecciones
de español en la sala)

Al final, a la mañana del cuarto día, decidí partir antes de que se desperataran todos. Me sentía muy encariñado y agradecido y sentía que me resultaría traumático verlos a todos a los ojos y decir "Gracias por todo" y "hasta pronto". Pero Takeshi San, Tatsuya San y Yohei me acompañaron hasta la salida, abriendo completamente ambas puertas de la entrada. Nos abrazamos, como intentando que las lágrimas nos traicionaran, pero todos teníamos los ojos vidriosos. No sabía por qué. Sentía que eran mis hermanos, de otra y otras vidas quizás. Y bueno... dijimos que nos volveríamos a ver y que compartiríamos lo que aprendieramos, que haríamos más y mejores jammings, que hablaríamos más fluidamente en los idiomas que aprendieramos y así...
Siempre dispuestos a ensayar y ensayar. ¡Espíritu japonés!

Aaahhhh... (largo y hondo suspiro). Así

Otro de los haikus que tradujo Kaoru, que también volvían a reflejar y sentir en ese momento compartido de la despedida fue:
見つめ会う
二つの眼
真実となる
......................................
Cuando dos seres 
se miran a los ojos
se vuelven reales 

Y entonces, al despedirme de ellos, cargar mi mochila y partir de San Cristobal, me fui siendo real, sanado, feliz. De algún modo, completo con mi ser. Esperando pronto volverlos a ver.

Arigato Gozaimas, Casa Kasa. Pronto nos volveremos a ver para ser y estar, y compartir.
またね

...........................................................................................

Su página en facebook: Casa Kasa                                       Canal de Youtube: Casa Kasa
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Post inaugural

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Así. Oficialmente inagurado éste espacio para compartir experiencias de viajes y todas esas impresiones que vienen a la mente en es(t)os momentos.

¡Va! 
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